¿Es el socialismo una ciencia?
Por Raúl Valle
El socialismo, concebido como una ciencia rigurosa por Karl Marx y Friedrich Engels, se contrapone directamente al método inductivo promovido por filósofos como Francis Bacon y John Stuart Mill, quienes argumentaban que las leyes científicas se derivan únicamente de la observación repetida de hechos particulares para generalizar a principios universales.
Un enfoque que, aunque útil para descripciones empíricas iniciales, falla en capturar la esencia dinámica y contradictoria de la realidad, ya que ignora el cambio dialéctico inherente a los procesos sociales y naturales, limitándose a inducciones estáticas que no explican por qué las cosas evolucionan o se contradicen, como en el famoso ejemplo del cisne negro que refutó generalizaciones inductivas absolutas, mientras que el socialismo científico, a través del materialismo dialéctico, integra inducción con deducción para formar una síntesis superior, donde la teoría guía la observación y predice transformaciones históricas, superando el empirismo limitado del inductivismo al reconocer que la verdad no es fija, sino un proceso de negaciones y síntesis que resuelve contradicciones, como en la transición del capitalismo al socialismo demostrada por Marx en El Capital, donde evidencia histórica y económica revela leyes objetivas de acumulación y proletarización, verificadas en revoluciones como la rusa de 1917, a diferencia del inductivismo que se queda en correlaciones superficiales sin profundizar en causas profundas, y este avance metodológico, criticado por Engels en Anti-Dühring, transforma la ciencia de una mera acumulación de datos en una herramienta para transformar la realidad, aplicable a campos como la economía, donde la teoría del valor-trabajo de Marx contrasta con modelos inductivos capitalistas que asumen mercados libres sin contradicciones de clase, y en las ciencias naturales, donde la dialéctica extiende la evolución darwiniana y la termodinámica para explicar movimiento y cambio, mientras el inductivismo se limita a patrones observados sin predecir revoluciones paradigmáticas.
Marx, quien desarrolló el materialismo histórico analizando modos de producción desde el comunismo primitivo hasta el socialismo, contraponiendo el idealismo hegeliano al materialismo para fundamentar leyes sociales objetivas, seguido por Engels, que aplicó la dialéctica a la naturaleza en Dialéctica de la Naturaleza, criticó el inductivismo por su incapacidad para integrar teoría y práctica.
Lenin, como producto de ese proceso científico, en Materialismo y Empiriocriticismo, defendió una ciencia proletaria contra el subjetivismo idealista, argumentando que la verdad se verifica en la lucha de clases, lo que impulsó la Revolución de Octubre y la industrialización soviética, aunque con tensiones dogmáticas, y Trotsky, en La Revolución Permanente, extendió la teoría a revoluciones globales, enfatizando la dialéctica internacional contra visiones inductivas nacionalistas.
En la práctica, la degeneración de la ciencia, demuestra que no se trata de perfección, y si de una predicción totalizadora, necesita ser abarcadora, porque es un método científico totalizante, y el derrumbe del stalinismo, un programa mínimo, dio paso a burocratismos socialistas como el Chino, Corea del Norte, Cuba, Venezuela o el caso de Rusia que Putin como todo degenerado se ve obligado a negar la revolución de 1917, pero con avances y retrocesos en áreas de investigación militar, salud, y espacial.
Una moda que ha aparecido en la ciencia moderna es el centrismo de la izquierda en Argentina como el FITU y Política Obrera que niegan estos avances tecnológicos, y la lucha de clases internacional, colocan los méritos, solamente, a las luces (?) de una burocracia con peso propio como el partido comunista chino o a un propio oligarca de trabajadores como Putin como dicen llamar últimamente los de Política Obrera, por supuesto negando a la ciencia como un resultado de la lucha de clases internacional, como repetimos. En política han abandonado la teoría de los campos de Trotsky y la necesidad de colocarse en el bando agredido por el imperialismo de la OTAN. En el desbande político estos centristas colocan a China y Rusia como imperialismos triunfantes.
Negar a los millares de pensadores científicos que han sobrevivido a este aborto del estalinismo y ahora del centrismo y que influyeron en avances como el liderazgo soviético en la carrera espacial es cobardía, donde el Sputnik de 1957 no fue un hallazgo inductivo casual, sino una aplicación planificada de principios dialécticos para integrar tecnología militar con exploración científica, superando intentos inductivos occidentales que dependían de mercados libres, y este legado se continúa en China, donde el socialismo burocratizado con características chinas, partido unico y prohibición de partidos de trabajadores, pese a eso, financia programas espaciales masivos, logrando hitos como Chang'e 4 en la cara oculta lunar en 2019, un logro que contrasta con el inductivismo capitalista y limitado de misiones anteriores al predecir y resolver contradicciones técnicas, y Tianwen-1 en Marte en 2021, demostrando cómo el enfoque dialéctico acelera innovación colectiva contra el empirismo fragmentado, aunque con desafíos como sanciones que limitan componentes, pero en general, la obligación a recurrir al socialismo científico, desarrollado por esta burocracia lleva a quebrar sus propias bases, pero no como un desarrollo en sí, como caracteriza el centrismo del Fitu y Política Obrera, el cáncer de nuestra era, sino como un resultado de la lucha de clases internacional.
Pese a todo, representa un paradigma superior al inductivismo al recurrir a la teoría revolucionaria con práctica histórica, prediciendo el futuro social y cósmico a través de contradicciones resueltas, como en la competencia espacial que impulsa cooperación global, y este desarrollo continuo, de Marx a la actualidad, ilustra la resiliencia de un método que ve la ciencia no como acumulación pasiva, sino como motor dialéctico para el progreso humano, expandiendo horizontes desde la Tierra hasta el universo, con lecciones para superar limitaciones inductivas en campos como la genética, donde dogmatismos pasados necesitan dar paso a síntesis modernas, prometiendo un futuro donde la exploración no sea elitista, sino equitativa y transformadora. La burocracias comunistas de partido único, pelaje y los centristas no llevan a ningún lugar, sino es la lucha de clases internacional, que ahora estos centristas niegan. Son la anticiencia.
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