¿Qué es la devaluación?
Por Raúl Valle
Desde su independencia en 1816, Argentina ha enfrentado recurrentes crisis económicas, muchas ligadas a devaluaciones del peso argentino para equilibrar desequilibrios fiscales, inflacionarios y externos, influenciadas por ciclos de endeudamiento, intervencionismo estatal y dependencia de exportaciones primarias.
En el siglo XIX, la primera gran crisis ocurrió en 1890, conocida como la Crisis de Baring, provocada por sobreendeudamiento externo y especulación financiera, resultando en suspensión de pagos y una devaluación implícita del peso oro. En 1914, durante la Primera Guerra Mundial, Argentina devaluó el peso un 20% para salvaguardar reservas. La Gran Depresión de 1930 generó una crisis agrícola con una devaluación del 30%, intensificando desempleo y pobreza.
En las décadas de 1940-1950, bajo Juan Domingo Perón de 1946 a 1955, surgió una crisis inflacionaria en 1951-1952, con una devaluación del 50% para financiar estatizaciones, entre ellas a los ferrocarriles ingleses como un salvataje y subsidios, enmarcada en un discurso nacionalista que promovía justicia social pero implicaba estatización de deudas privadas, como en 1947 cuando Perón nacionalizó el Banco Central y asumió pasivos de empresas ferroviarias británicas, equivalentes al 5% del PIB según datos del Banco Central de la República Argentina. Esto se complementó con la crisis de 1958-1959, post-derrocamiento de Perón, donde la inflación alcanzó el 100% anual, llevando a una devaluación del 30% y el fin del régimen de cambio múltiple.
En las décadas de 1970-1980, la crisis de 1975-1976 bajo Isabel Perón vio una devaluación del 100% y una inflación del 400%, impulsada por déficit fiscal y shocks petroleros; en 1974, bajo Héctor Cámpora y luego Perón, el gobierno estatizó bancos y deudas agroindustriales durante la crisis energética, transfiriendo al Estado obligaciones por 2.000 millones de USD, equivalente a 10% del PIB actual, como detalla Roberto Cortés Conde en Historia económica de la Argentina de 2009. La hiperinflación del Alfonsinismo se irradió de 1989-1990 bajo Carlos Menem que resultó en una devaluación del 500% en un año, con inflación superando el 3.000%, y la crisis de deuda externa de 1982 post-Guerra de las Malvinas llevó a suspensión de pagos y devaluación implícita, afectando el 50% del PIB (Ver Altamira 1989, La Tercera es la vencida).
En la década de 1990, la crisis de 1995, efecto tequila, causó una devaluación controlada del 10%, pero el colapso de 2001-2002, el corralito, fue el peor, devaluación del 70% en diciembre de 2001, con inflación del 40% mensual y recesión del 10% del PIB, terminando el régimen de paridad 1:1 con el dólar.
En el siglo XXI, la crisis de 2008-2009, efecto "subprime global" , provocó una devaluación del 20% y una recesión del 2%; en 2018 bajo Mauricio Macri, una devaluación del 50% tras acuerdo con el FMI, con inflación del 50% anual; y la más reciente en 2023-2024 bajo Javier Milei, con devaluación del 50% en diciembre de 2023 y ajustes que elevaron la inflación a más del 200% anual según el INDEC.
En total, al menos 12 crisis mayores, con devaluaciones acumuladas superiores al 10.000% desde 1970, reflejan patrones de dependencia externa, intervencionismo y shocks globales, generando divisas para deuda externa al abaratar exportaciones como la soja, que representa el 30% de las ventas, pero erosionando reservas del Banco Central y disparando inflación interna, como en 2001 cuando exportaciones subieron 20% pero deuda externa creció 50% en términos reales por indexación.
El discurso capitalista neoliberal, influenciado por Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, promueve el mercado libre como regulador supremo, con énfasis en sectores privados y reducción del Estado, adoptado por Milei en discursos como el de 2023 en LN+ donde cita a Mises afirmando que el mercado es eficiente y el Estado distorsiona, proponiendo privatizaciones y shock de mercado en su libro El camino de la libertad de 2023, alineándose con Hayek en La fatal arrogancia de 1988 sobre el orden espontáneo.
Sin embargo, en la práctica, gobiernos peronistas y Milei estatizan deudas privadas para evitar colapsos, transfiriendo riesgos al público, contradiciendo responsabilidad individual neoliberal; Milei, crítico del estatismo peronista, en 2023-2024 estatizó deudas por 20.000 millones de USD, equivalentes al 10% del PIB, asumiendo bonos de empresas como YPF y bancos provinciales, justificándolo como medidas temporales en la Asamblea Legislativa de enero de 2024, pero reflejando intervención estatal en fallos capitalistas, como en la crisis de 2008 global con el programa TARP en EE.UU.
Tomando el propio discurso del enemigo de clase, que no llega al núcleo del problema, pero que ya advirtió a su manera Hayek en Camino de servidumbre de 1944, el intervencionismo genera más intervencionismo, pero oculta conscientemente que las devaluaciones recurrentes son para gestionar las contradicciones capitalistas y generar divisas en un sistema híbrido donde el Estado regula fallos capitalistas: Privatiza las ganancias y socializa las perdidas y la pobreza.
Argentina devalúa para exportar, haciendo productos más baratos internacionalmente y generando ingresos en dólares; el mecanismo baja el valor del ARS frente al USD, dando más pesos por dólar vendido e incentivando ventas de soja o carne, pero beneficiando solo a la clase capitalista como terratenientes y empresas agroexportadoras como Vicentin, Cargill, Bunge, Louis Dreyfus o ADM, que acumulan ganancias mientras trabajadores sufren inflación y desempleo, además de habilitar importaciones de lujo o insumos a precios bajos en pesos, exacerbando desigualdades; actualmente, Argentina importa más que exporta, con déficit comercial de 10.000 millones de USD en 2023 según INDEC, cayendo la cuenta corriente y aumentando dependencia de deuda externa; tasas de interés para industrialización son altas, alrededor del 100-150% anual en 2024 según el Banco Central, desincentivando inversiones productivas y favoreciendo especulación financiera.
Desde una perspectiva marxista, estas crisis son resultado de la caída tendencial de la tasa de ganancia descrita por Karl Marx en El Capital de 1867, hasta ahora no existe sociólogo que haya realizado un aporte importante en este sentido, donde la acumulación genera sobreproducción y competencia que reducen ganancias, llevando a ciclos; en Argentina, la dependencia de exportaciones primarias concentra riqueza en oligarquías mientras capital financiero especula, creando burbujas que estallan en devaluaciones; el capital limita al propio capital por lógica interna de explotación, generando desempleo masivo (7-8% oficial, 20% real según UMET), bajos salarios (mínimo 350.000 ARS vs. canasta básica 850.000 ARS en 2024) y acumulación en ultra ricos (1% concentra 30% de riqueza según Oxfam 2023).
A diferencia de la izquierda centrista del FIT-U que propone nacionalizar comercio exterior sin cuestionar propiedad privada, la solución es expropiar a expropiadores capitalistas —terraterientes y multinacionales que despojaron (expropian) al proletariado de trabajo y tierra— no estatizando burocráticamente, no es propiedad privada a "secas", sino contraponiendo la propiedad privada capitalista con propiedad de trabajadores y trabajadoras en manos del mundo del empleo y la producción para la sociedad: fábricas, tierras y recursos gestionados por trabajadores en consejos obreros, como la comuna parisina elogiada por Marx en La guerra civil en Francia de 1871, y el inicio de la revolución rusa, o nichos en China, sur de India, o la experiencia de fábricas recuperadas en Argentina en el 2001, transfiriendo poder de capitalistas responsables de desocupación y baja salarial a la clase obrera para una sociedad basada en la producción científica y colectiva, rompiendo ciclo de crisis revolucionariamente, no con reformas superficiales.
Para más, lee El Capital de Marx, No fue un martes negro más, Altamira 2010, Un mundo maravilloso, Pablo Riesnik, 2009, El capitalismo Zombie, Heller 2016, o El enigma del capital de David Harvey de 2010. Para profundizar, recomiendo debatir con los compañeros en los lugares de trabajo y estudio.

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