Por qué Milei y la Complicidad Peronista Ocultan el Genocidio a los Palestinos

Desde la Nakba de 1948, el conflicto palestino-israelí ha sido un ejemplo paradigmático de ocupación colonial, donde Israel, como potencia sionista respaldada por el imperialismo occidental, ha perpetrado atrocidades sistemáticas contra el pueblo palestino, incluyendo masacres, el uso de armas prohibidas como el fósforo blanco, y un genocidio en curso que amenaza con la aniquilación de una nación. Esta ocupación, que viola el derecho internacional y la Resolución 242 de la ONU, ha convertido Cisjordania y Gaza en enclaves de apartheid, donde más de 700.000 colonos israelíes viven en asentamientos ilegales, subsidiados por el estado con alrededor de 4.000 dólares mensuales por familia, según informes de Peace Now, una organización israelí de izquierda que documenta estos pagos como incentivos para expandir la colonización. Estos colonos no solo reciben fondos públicos para construir hogares y comunidades exclusivas, sino que también se apropian de tierras y viviendas palestinas a través de demoliciones forzadas y confiscaciones, dejando a miles de familias sin hogar y desplazadas, como se detalla en el reporte anual de B'Tselem de 2023, disponible en https://www.btselem.org/publications/20230301_under_attack. Esta política de robo territorial, que ha visto la destrucción de más de 50.000 estructuras palestinas desde 1967, según Al-Haq en https://www.alhaq.org/advocacy/17584-2/, no es casual: es una estrategia deliberada para fragmentar Palestina y asegurar la supremacía judía, ignorando resoluciones de la ONU que exigen el retiro de los territorios ocupados.


Las atrocidades no se limitan a la tierra; incluyen masacres históricas y recientes que han causado decenas de miles de muertes. En 1948, la masacre de Deir Yassin, donde milicianos sionistas mataron a al menos 107 civiles palestinos, aceleró el éxodo de 750.000 personas, como documenta el informe de la ONU de 1949 en https://www.un.org/unispal/document/auto-insert-227237/. En 1982, la invasión israelí del Líbano facilitó la masacre de Sabra y Chatila, con 800 a 3.500 víctimas, responsabilidad indirecta confirmada por la Comisión Kahan en https://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/History/kahan.html. En Gaza, operaciones como Plomo Fundido (2008-2009) mataron a 1.400 palestinos, incluyendo niños, con el uso de fósforo blanco, una sustancia incendiaria que causa quemaduras irreversibles y es ilegal en zonas civiles bajo la Convención de Ginebra; Human Rights Watch lo verificó en https://www.hrw.org/report/2009/09/25/rain-fire/israels-unlawful-use-white-phosphorus-gaza, y se repitió en 2014 y 2021, según Amnesty International en https://www.amnesty.org/en/documents/MDE15/032/2014/en/. La guerra actual desde octubre de 2023 ha superado las 40.000 muertes palestinas, con 15.000 niños, per UNICEF en https://www.unicef.org/emergencies/gaza-crisis, y Sudáfrica acusó a Israel de genocidio ante la Corte Internacional de Justicia en diciembre de 2023, resultando en una opinión consultiva que reconoce un "riesgo plausible" de genocidio en https://www.icj-cij.org/case/192, ordenando medidas para prevenirlo.


Esta violencia se extiende a la represión interna: docentes y médicos palestinos son encarcelados por su activismo, con más de 5.000 presos políticos, incluyendo educadores y profesionales de la salud acusados de "incitación", según Addameer en https://www.addameer.org/. La destrucción de infraestructura educativa y sanitaria es rampante; en Gaza, Israel ha bombardeado más de 100 escuelas y 30 hospitales desde 2023, dejando a millones sin acceso a educación y atención médica, como reporta la ONU en https://www.un.org/unispal/. Estos ataques no son errores: son parte de un sistema que prioriza la expansión colonial sobre la vida humana, financiado por subsidios que convierten a colonos en beneficiarios directos del apartheid, mientras palestinos sufren bloqueos que causan hambruna, con 2.2 millones en riesgo según el IPC en https://www.ipcinfo.org/ipc-country-analysis/details-map/en/c/1152801/.


En conclusión, estas atrocidades exigen el fin inmediato del estado sionista, un régimen colonial que perpetúa el genocidio contra palestinos y oprime a trabajadores de todas las etnias bajo el yugo capitalista. En su lugar, abogamos por una federación socialista que unifique a todos los trabajadores —palestinos, israelíes, árabes y judíos— en una lucha común contra el imperialismo, el sionismo y el capitalismo, promoviendo la igualdad, la justicia y la paz basada en el retorno de refugiados y la autodeterminación colectiva, como proponen movimientos como BDS en https://bdsmovement.net/. Solo así podremos erradicar el genocidio y construir un futuro libre de opresión.

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