"La mucha gente" contra Trump en EEUU. "No King".
Por Raúl Valle
En las últimas semanas, Estados Unidos ha sido escenario de masivas movilizaciones contra la figura de Donald Trump, interpretadas por muchos analistas como un "no King" simbólico, un rechazo a la idea de un liderazgo autoritario y mesiánico que amenaza con erosionar las instituciones democráticas.
Estas protestas, que han reunido a cientos de miles de personas en diversas ciudades, reflejan un creciente descontento con la polarización política y las políticas económicas que han exacerbado desigualdades sociales. En Nueva York, por ejemplo, más de 500.000 manifestantes se congregaron en Central Park y las calles adyacentes, coreando consignas contra el "rey populista" y exigiendo rendición de cuentas por sus acciones pasadas y presentes. En Los Ángeles, la movilización alcanzó los 300.000 participantes, con marchas que bloquearon avenidas principales como Wilshire Boulevard, mientras que en Chicago, alrededor de 250.000 personas se unieron en el Millennium Park, destacando la diversidad étnica y generacional de los opositores, y ocultaron su carácter de clase. Washington D.C. vio una concentración de 400.000 asistentes en el National Mall, donde se alzaron pancartas contra la "monarquía trumpista" y se denunciaron intentos de manipulación electoral. Otras ciudades como Boston, con 150.000 participantes, y Seattle, con 200.000, completaron un panorama nacional de resistencia que, según encuestas preliminares, involucra a un 60% de la población urbana joven, marcando un hito en la historia reciente de las protestas civiles en el país.
Estas movilizaciones coinciden con una profunda crisis que rodea a Donald Trump, quien enfrenta múltiples investigaciones judiciales por fraude financiero, obstrucción de justicia y presuntos vínculos con interferencias extranjeras en elecciones. Su retórica incendiaria y sus políticas proteccionistas han dividido al electorado, con índices de aprobación en mínimos históricos, rondando el 35% según sondeos recientes. La crisis se agrava por su incapacidad para gestionar alianzas bipartidistas, lo que ha llevado a un estancamiento legislativo en temas clave como el cambio climático y la reforma migratoria, exacerbando tensiones internas en el Partido Republicano y generando fracturas que podrían debilitar su base electoral de cara a futuras contiendas.
A nivel macroeconómico, Estados Unidos acumula la mayor deuda externa del mundo, superando los 33 billones de dólares, un lastre que limita la capacidad de inversión en infraestructura y servicios sociales, mientras que el déficit fiscal se dispara debido a recortes impositivos para las élites y gastos militares desorbitados. Esta deuda, en gran medida sostenida por acreedores extranjeros como China y Japón, plantea riesgos de inestabilidad financiera global, con el dólar perdiendo terreno como moneda de reserva y presiones inflacionarias que golpean a las clases medias y bajas.
Paralelamente, la desindustrialización ha alcanzado niveles alarmantes, con la pérdida de más de 5 millones de empleos manufactureros en las últimas dos décadas, según datos del Bureau of Labor Statistics. Ciudades como Detroit y Pittsburgh, otrora motores industriales, ahora enfrentan tasas de desempleo superiores al 10%, con fábricas cerradas y comunidades abandonadas, un proceso impulsado por la globalización neoliberal que prioriza ganancias corporativas sobre el bienestar colectivo, dejando a millones de trabajadores en la precariedad.
La crisis de vivienda se ha convertido en un drama cotidiano para millones de estadounidenses, con precios de alquileres que han subido un 20% en promedio nacional en el último año, según informes de la Asociación Nacional de Realtors. En ciudades como San Francisco y Nueva York, el costo de una vivienda básica supera los 1.500 dólares mensuales, forzando a familias a vivir en condiciones de hacinamiento o en la calle, mientras que el déficit de viviendas asequibles alcanza las 3,5 millones de unidades, un reflejo de la especulación inmobiliaria y la falta de políticas públicas que prioricen el derecho a la vivienda sobre el lucro privado.
Asimismo, la crisis de consumo de drogas en la juventud ha escalado a proporciones epidémicas, con un aumento del 30% en sobredosis entre menores de 25 años, impulsado por la opioide sintética fentanilo, que ha causado más de 100.000 muertes anuales en el país. Esta tragedia, exacerbada por la desregulación farmacéutica y la falta de programas de salud mental accesibles, afecta desproporcionadamente a comunidades rurales y urbanas marginadas, donde la desesperanza económica se traduce en adicciones que destruyen generaciones enteras.
¿Qué estados de EEUU están crisis?
Varios estados de Estados Unidos enfrentan crisis económicas o fiscales significativas, con proyecciones de déficits crecientes que amenazan su estabilidad financiera a corto y mediano plazo, según análisis recientes que destacan problemas estructurales agravados por el agotamiento, todavía, de fondos federales de la pandemia y el aumento de pasivos por pensiones no financiadas, concentrándose principalmente en el noreste y la costa oeste.
Illinois proyecta un déficit de 3.2 billones de dólares para el año fiscal 2026 que podría crecer a más de 5.1 billones para 2030, con su superávit inicial convertido en déficit estructural, y específicamente en Chicago, la ciudad más grande del estado, que ha sufrido rebajas de calificación crediticia en diciembre de 2024 debido a desafíos fiscales persistentes, incluyendo deudas por pensiones no financiadas que superan los 40 billones de dólares en total para el estado y la ciudad, Maryland enfrenta un déficit estructural y de efectivo superior a 1 billón en 2025 que se duplicaría en los próximos dos años y alcanzaría 5.9 billones para 2030, Nueva York lidia con desafíos fiscales a corto plazo, y otros como Colorado, Nueva Jersey, Pensilvania y Washington también muestran señales preocupantes, mientras que estados en situación condicional como California, que evitó un déficit proyectado de 73 billones gracias al mercado de valores pero mantiene fragilidad, Iowa con caídas de ingresos del 6.2 por ciento en 2025 y 4.7 por ciento en 2026, Alaska, Massachusetts, Minnesota, Nebraska, Rhode Island con un déficit aproximado de 250 millones, Tennessee y Utah presentan perspectivas inciertas, además de West Virginia con un déficit de 400 millones al inicio de 2025, y en el ámbito urbano, ciudades como Los Ángeles, San Francisco y Washington D.C. sufrieron rebajas de calificación crediticia entre diciembre de 2024 y abril de 2025, con un total de 54 ciudades sin fondos suficientes para cubrir obligaciones según informes sobre el estado financiero de las ciudades en 2025, y hasta la actualidad, Illinois continúa luchando con reformas fiscales pendientes y litigios sobre pensiones que complican su recuperación, mientras Chicago implementa medidas de austeridad para gestionar su deuda municipal.
Ante la movilización de masas, el alcalde de Chicago llamó a la “huelga general más grande la historia de EE. UU.” en contra de Donald Trump. En este sentido el país que sea autoproclama de la libertad prohíbe por sus reglamentos internos la huelga general . Las declaraciones se dieron durante las protestas del 'No Kings Day' en contra de Trump. En medio de las multitudinarias protestas de la jornada No Kings Day en Chicago, Illinois, el alcalde de la ciudad, el demócrata Brandon Johnson, instó a una huelga general en contra de lo que califican como tiranía del presidente Donald Trump.
Trump amenaza con cárcel al alcalde de Chicago y al gobernador de Illinois tras el despliegue de la Guardia Nacional. En un mitin ante parte de los más de 250.000 manifestantes que asistieron a la protesta, Johnson aseguró en tono vehemente que los estadounidenses deberían convocar a una huelga general masiva e histórica, como nunca se ha visto en el país norteamericano. El demócrata le pidió a personas de todos los orígenes luchar contra la las políticas autoritarias de Trump, con quien ha tenido varios cruces tensionantes desde que asumió su segundo mandato presidencial. “Estoy llamando a toda la gente negra, a la gente blanca, a la gente morena, a la gente asiática, a los inmigrantes, a la gente gay de todo este país, a levantarse contra la tiranía”. “Si mis antepasados, como esclavos, pudieran liderar la mayor huelga general en la historia de este país, podemos hacer esto hoy”, enfatizó el opositor de Trump.
Medidas contra los ricos
Además, también arremetió contra los “ultrarricos” y destacó la necesidad de que grandes corporaciones paguen impuestos, lo que se usaría para la gestión de servicios públicos importantes para la población en general. “Vamos a hacerles pagar su parte justa en impuestos para financiar nuestra escuela, para financiar empleos, para financiar la atención médica, para financiar el transporte”, declaró Johnson.
El ataque de Trump a Chicago, frenará financiación clave de infraestructura de movilidad por “contratos basados en raza” y crece la polémica. Se congelarán fondos destinados a mejorar la infraestructura.
El alcalde de Chicago finalizó su discurso diciendo, ¿Están listos para llevarla a los tribunales y a las calles?”.
Este llamado a la acción se produce en medio de la irrupción de agentes federales de ICE en Chicago, lo que ha generado fuertes protestas contra la entidad migratoria. Los agentes del orden han usado medidas represivas para contrarrestar las manifestaciones.
¿Es posible que se una huelga de tal magnitud en EEUU?
En Estados Unidos no es sencillo que el gremio sindical llame a huelga general, ya que el país norteamericano se ha blindado legalmente frente a este tipo de protestas. Según la Ley Taft-Hartley (Ley de Relaciones Laborales de 1947), se permite a los estados implementar normativas tipo Right-to-Work que prohíben, por ejemplo, que sea obligación afiliarse a alguna organización sindical del sector donde labore la persona. Además, promovió regulaciones que limitaron tácticas de protesta de los sindicatos para llevar a cabo protestas que impliquen parar el sistema productivo. Sin embargo, este tipo de protestas suelen ser espontáneas y, conforme a la naturaleza de esta clase de manifestaciones, las organizaciones sociales determinan sus pasos a seguir según sus objetivos. Chicago fue el epicentro de los acontecimientos que llevaron a conmemorar el Día del Trabajador el 1 de mayo a nivel mundial.
De fondo, el contenido político de Trump, es que se basa en el crecimiento belicista de Estados Unidos, con un presupuesto militar que supera los 800.000 millones de dólares anuales, ha intensificado tensiones globales, desde la escalada en Ucrania hasta provocaciones en el Mar de China Meridional, reflejando una estrategia de dominio imperial que prioriza armas sobre diplomacia y alimenta conflictos que benefician a complejos industriales armamentísticos.
En este contexto, el apoyo o la derrota de Javier Milei en Argentina podría desencadenar una crisis geopolítica y de lucha de clases de proporciones en Estados Unidos y Latinoamérica, especialmente en la lucha por la influencia regional contra China. Si Milei, con su agenda ultraliberal y alineamiento con potencias occidentales, gana terreno, podría fortalecer alianzas conservadoras que faciliten inversiones estadounidenses en recursos naturales de la región, como litio en Bolivia o petróleo en Brasil, pero también avivar conflictos con China, que ha invertido miles de millones en infraestructura a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Una derrota de Milei, por el contrario, podría debilitar la presencia estadounidense en el hemisferio, permitiendo a China expandir su esfera de influencia económica y tecnológica, generando fricciones comerciales y potenciales confrontaciones en áreas como el Pacífico Sur, donde alianzas como AUKUS compiten con proyectos chinos en Perú y Chile.
En una tesis prospectiva, la pérdida de las elecciones de Milei en 2026 podría tener repercusiones profundas en países como Paraguay, donde su derrota debilitaría movimientos de derecha que buscan privatizaciones masivas, potencialmente fortaleciendo gobiernos progresistas y alianzas regionales antiimperialistas. En Chile, una victoria opositora a Milei podría reactivar debates constitucionales hacia modelos más inclusivos, alejando inversiones chinas en minería y energías renovables, pero arriesgando inestabilidades económicas si no se gestionan transiciones. Bolivia, con sus reservas de litio clave, vería una reducción en presiones estadounidenses para extracciones agresivas, favoreciendo soberanías nacionales, aunque con riesgos de aislamiento si China intensifica su presencia. Brasil, bajo Lula o sucesores, podría consolidar el BRICS y reducir dependencias de EEUU, potenciando comercio con Asia, pero enfrentando tensiones internas por desigualdades. Perú, con su costa estratégica, podría ver una disminución en intervenciones militares estadounidenses, permitiendo desarrollos autónomos, pero con vulnerabilidades a influencias chinas en puertos. En otros países como Ecuador, Colombia y Venezuela, la derrota de Milei podría acelerar integraciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), desafiando el dominio estadounidense y promoviendo multipolaridad, aunque con desafíos en seguridad y economía si no se coordinan políticas comunes contra la desestabilización externa.
En definitiva, este escenario geopolítico y de lucha de clases podría reconfigurar el tablero latinoamericano hacia una mayor autonomía, pero también exponerlo a nuevas formas de dependencia y conflicto en un mundo multipolar, en crisis, de guerras y revoluciones.

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