Granja de Bots: ¿Qué Son Los Vampiros-Likes de Trump, Milei y Bolsonaro?
Por Raúl Valle
En un mundo donde el capital domina no solo la economía, sino también la esfera digital, los bots y estrategias de manipulación electoral sirven a la burguesía para perpetuar su hegemonía, contrastando esto con la movilización real de las masas, e invocando las enseñanzas de Marx, Gramsci y marxistas contemporáneos sobre la cultura de internet.
La influencia de redes sociales en la política, como plataformas como Facebook amplifican desinformación, alineándose con estudios como el del Computational Propaganda Project (Universidad de Oxford, 2017), que revela cómo la granja de bots generan hasta el 35% del tráfico electoral, creando ilusiones de consenso masivo, y desde una óptica de izquierda podemos asegurar que la causa es el capital que transforma la cultura digital en una herramienta de dominación.
Los bots, esas cuentas automatizadas financiadas por capitalistas, no son meros "errores técnicos", sino extensiones del control burgués sobre la opinión pública, y en el Brexit (2016), bots rusos y campañas coordinadas produjeron 150.000 tuits falsos diarios, según el Computational Propaganda Project, amplificando narrativas anti-UE y contribuyendo al 52% de votos a favor de la salida, mientras que en Europa continental, esto fortaleció partidos de extrema derecha, polarizando sociedades y erosionando solidaridades obreras.
En España (elecciones 2019), bots catalanes y rusos generaron el 20% del contenido viral sobre el independentismo, exacerbando divisiones sociales y afectando el voto en regiones clave, por un informe de la Universidad de Barcelona (2019), y en Brasil (2018), Jair Bolsonaro usó bots para inundar redes con mensajes anti-PT, representando el 30% de la actividad en Twitter/X, según la Universidad de São Paulo (2020), tácticas financiadas por empresas como Cambridge Analytica que no son neutrales, sino que sirven al capital para desmovilizar a la clase trabajadora, desviando atención de luchas reales como huelgas, protestas y piquetes.
Javier Milei, el presidente argentino de extrema derecha, ejemplifica cómo el avance digital posiciona a figuras neoliberales entre la juventud, viralizando memes libertarios en TikTok e Instagram, atrayendo a un 40% de votantes jóvenes desilusionados, con bots amplificando su imagen como "outsider", creando una burbuja de apoyo que parece orgánica pero es frágil, y detrás de esto está Santiago Caputo, esto es relevante, por eso se lo llama el monje negro, hasta pasó a controlar los servicios de inteligencia, y hasta un poder relevante en el poder ejecutivo, siendo el jefe de campaña digital de Milei, verificado por fuentes como The Guardian (2023) y FactCheck.org.
Santiago Caputo trabajó con Cambridge Analytica en proyectos latinoamericanos, incluyendo asesorías para Milei, la firma fue cerrada en 2018 tras escándalos que asesoró a Donald Trump (2016) en microtargeting y supresión de votos, y a Bolsonaro (2018) en desinformación, con Caputo fundando "La Maquinita" (inspirada en Bolsonaro) y colaborando con consultores como Paulo Figueiredo, importando tácticas de bots, aunque negó conexiones directas en entrevistas, documentos confirman su rol, vinculándolo indirectamente a Trump y Bolsonaro, mientras empresas como Cambridge Analytica (Reino Unido), la Agencia de Investigación de Internet (IRA, Rusia) y firmas vietnamitas como Viettel han manejado bots globales, vendiendo "influencia digital" a políticos.
Desde una lente marxista, los bots no son innovaciones neutrales, sino herramientas del fetichismo de la mercancía, donde el capital aliena a la clase trabajadora al transformar información en producto comercializable, como Karl Marx describió en El Capital (1867), donde "el capital es trabajo muerto que, vampiro-like, vive solo chupando trabajo vivo", y en internet, bots perpetúan esta alienación, convirtiendo la cultura en un mercado donde la desinformación distrae de la lucha de clases, alienando a jóvenes proletarios con narrativas falsas de "éxito individual".
Antonio Gramsci, en Cuadernos de la Cárcel (1929-1935), advirtió sobre la hegemonía cultural, la burguesía domina no por fuerza bruta, sino moldeando el "sentido común" para mantener el poder, y los bots son la hegemonía digital, imponiendo ideologías fascistas, como las de Milei, Trump o Bolsonaro, que disfrazan explotación como libertad, por eso hay que llamar a contrarrestar esto con "contra-hegemonía" proletaria, como movilizaciones reales. Marxistas modernos profundizan esto, Slavoj Žižek en Bienvenidos al desierto de lo real (2002) analiza cómo internet acelera la alienación, creando "fantasmas digitales" que simulan comunidad mientras el capital divide, Jodi Dean en Democracia y otros neoliberales (2009) critica la "comunicación democrática" en redes como ilusión, donde bots erosionan el debate público, Christian Fuchs en Internet y Sociedad (2008) aplica marxismo a la cultura digital, plataformas como Facebook son monopolios capitalistas que explotan datos laborales, perpetuando desigualdades, y Mark Fisher en Capitalismo Realista (2009) vincula esto a la "melancolía capitalista", Ariel Goldstein desde Argentina lucha con cursos a precios populares en "Tecnología y Autoritarismos" muy bien preparados.
Con estas granjas de bots los jóvenes alienados abrazan figuras como Milei por falta de alternativas colectivas. Plataformas como X (Twitter), TikTok y Facebook son vendidas a multimillonarios para manipular, al igual que los grandes medios, pero contienen la data de independientes o de participación horizontal, explicando cómo se manipulan los algoritmos para agrandar a la derecha y disminuir a la izquierda, ya que estas redes, propiedad de elites como Elon Musk (X), ByteDance (TikTok) y Meta (Facebook), priorizan contenido viral y polarizante para maximizar ganancias, algoritmos diseñados para amplificar narrativas conservadoras que generan engagement rápido, como teorías conspirativas o ataques a la izquierda, mientras suprimen voces progresistas mediante shadow banning o reducción de alcance, según informes de la Unión Europea (Digital Services Act, 2022) y estudios de MIT (2021), que muestran cómo bots y microtargeting favorecen a la derecha en un 30-40% más de visibilidad, perpetuando la hegemonía burguesa al alienar a la juventud y desmovilizar a la clase trabajadora, aunque estas plataformas también albergan datos de movimientos independientes y horizontales, como sindicatos o activistas, que pueden ser explotados o censurados, llamando a la izquierda a ser más creativa y reconquistar el espacio digital con praxis colectiva pero haciendo pie en la movilización como un nuevo hecho cultural y barrer la alienación de los bots.
Mientras capitalistas como Trump, Milei y Bolsonaro compran bots para simular poder, la realidad palpable es la movilización, huelgas en Francia, Ecuador, Perú, Indonesia son las que marcan la salida a la crisis y la alienación.
En Argentina hay principios de enclaves de accion de protestas y retrocesos del peronismo en las calles y fábricas contra la austeridad, luchas de comisiones internas en sindicatos, y partidos de izquierda, organizaciones de auto convocados contra la minería, por la salud, por la defensa del presupuesto de discapacidad, por la defensa de la cultura y los libros, proponiendo luchar contra la reforma laboral y jubilatoria, acciones que no dependen de algoritmos, sino de solidaridad, y como Gramsci exhortaba, la hegemonía se rompe con praxis colectiva, en la era digital, la izquierda desde las bases y el movimiento obrero y toda masa crítica debe organizarse en los lugares de trabajo, las calles y en la línea de lucha, contrarrestando, en este caso, bots con solidaridad, el futuro no pertenece a los simuladores, o la Matrix del régimen capitalista sino a quienes luchan por un mundo sin explotación.
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