Los indultos del nazisionista de Trump




Por Raúl Valle


El gobierno de Donald Trump, en su segunda etapa, tras una reelección marcada por disputas electorales y polarización extrema, continúa expandiendo un legado de impunidad que se remonta a sus raíces históricas y acciones pasadas, resulta imperativo examinar los indultos y defensas que han blindado a corruptos, reaccionarios y aliados autoritarios. Un patrón sistemático que no solo protegió a figuras clave de su administración, sino que también reveló alianzas con regímenes opresivos y lobbies influyentes, erosionando las libertades democráticas mientras se priorizaban élites globales sobre inmigrantes, obreros y marginados. Trump utilizó el poder presidencial como escudo contra las investigaciones que lo incriminan como régimen, en un 2025 donde estas decisiones han escalado tensiones sociales, con protestas obreras reprimidas y políticas antinmigrantes que profundizan la desigualdad.

El origen. Un poco de historia crítica: Esta red de impunidad se hunde en las sombras de la posguerra mundial, cuando la CIA y la DEA se formaron en parte con exagentes nazis reclutados a través de la Operation Paperclip, un programa secreto de los años 1940 que trajo a Estados Unidos a científicos, espías y oficiales como Reinhard Gehlen, exjefe de inteligencia nazi en el frente oriental. Gehlen, quien dirigió redes de ex-SS, fue integrado en la naciente CIA para combatir al comunismo en Europa del Este, perpetuando tácticas represivas que influirían en operaciones globales contra movimientos laborales y de izquierda. Es interesante como se creó un mito del que el mayor refugio de nazis fue México, Colombia y Argentina, cuando en realidad fueron los gobiernos capitalistas de EEUU, que se beneficiaron no sólo de la materia represiva y gris nazi sino de su desarrollo Tecnológico. Un informe desclasificado reveló por el New York Times el 15 de diciembre de 2001, en el artículo "C.I.A. Said to Have Used Ex-Nazis in Cold War", disponible en nytimes.com, cómo estas figuras nazis moldearon la agencia, integrando ideologías autoritarias en su estructura. La DEA, establecida en 1973, heredó estas prácticas de contrainsurgencia, aplicándolas en América Latina para organizar golpes militares, desmantelar sindicatos y comunidades indígenas bajo la excusa de la "guerra contra las drogas", un legado que Trump explotaría décadas después en políticas racistas que criminalizan a trabajadores migrantes, y en 2025, estas agencias han intensificado vigilancia sobre huelgas en fábricas, justificando redadas que separan familias obreras.

Paralelamente, desde los años posteriores a la fundación de Israel en 1948, el sionismo se ha entrelazado profundamente en los parlamentos occidentales a través de lobbies como AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), que influyen en legislaciones pro-Israel silenciando críticas a ocupaciones, asentamientos y violaciones en Gaza. En Estados Unidos, AIPAC ha donado millones a congresistas, atando votos a agendas expansionistas que marginan voces pro-palestinas y derechos humanos, priorizando alianzas militares sobre justicia para trabajadores palestinos desplazados. The Intercept detalló esto el 10 de octubre de 2018 en "How Does AIPAC Shape Washington? We Tracked Every Dollar", accesible en theintercept.com, mostrando cómo estas contribuciones financieras moldean políticas exteriores, un entrelazamiento que Trump amplificó al reconocer la soberanía israelí sobre los Altos del Golán en marzo de 2019 y, más emblemáticamente, al mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén el 14 de mayo de 2018, un acto que fortaleció al grupo  extremista y nazi del FID ( Fuerzas de Defensa de Israel), ignorando protestas de trabajadores y  jornaleros palestinos en campos de olivos y fronteras, y en 2025, ha expandido fondos militares a Israel mientras niega ayuda a los refugiados que escapan al genocidio, también, protegiendo donantes pro-Israel con indultos implícitos que blindan redes financieras. 

Una de las primeras defensas notorias de Trump a líderes corruptos ocurrió en noviembre de 2018, tras el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul el 2 de octubre de ese año. Trump defendió ferozmente a Mohammed bin Salman (MBS), el príncipe heredero de Arabia Saudita, minimizando la responsabilidad del régimen pese a evidencias de la CIA que lo implicaban directamente. En una entrevista con Fox News el 20 de noviembre de 2018, Trump declaró que MBS era un "gran tipo" y priorizó alianzas comerciales sobre justicia, como reportó The Atlantic el 21 de noviembre de 2018 en "Trump's Absurd Defense of Saudi Arabia", en theatlantic.com. Esta postura sostuvo tratados petroleros que beneficiaron a corporaciones estadounidenses, ignorando guerras en Yemen que mataron a miles de civiles y explotaron mano de obra migrante en el Golfo; en 2025, Trump ha renovado estos acuerdos en septiembre, indultando indirectamente a lobistas saudíes implicados en sobornos, mientras Yemeníes trabajadores enfrentan hambrunas agravadas por sanciones selectivas.

En paralelo, durante 2020, Trump respaldó al rey emérito Juan Carlos I de España, envuelto en escándalos de corrupción y evasión fiscal que involucraban millones desviados a paraísos fiscales. Cuando Juan Carlos huyó a Abu Dhabi en agosto de 2020 para evadir investigaciones judiciales, Trump lo elogió en privado y evitó críticas públicas, alineándose con monarquías corruptas que protegen fortunas elitistas. El País informó el 3 de agosto de 2020 en "Trump, aliado de Juan Carlos en sus peores momentos", en elpais.com, destacando cómo esta defensa blindaba redes transnacionales de élites, ignorando el impacto en contribuyentes europeos y trabajadores españoles afectados por austeridad.

Ese mismo año, en octubre de 2020, Trump abrazó públicamente a Jair Bolsonaro, el entonces presidente brasileño acusado de genocidio por su manejo negligente del COVID-19, que causó más de 600.000 muertes al priorizar la economía sobre cuarentenas y negacionismo científico, mientras la Amazonia ardía bajo deforestación para agronegocios. En una llamada telefónica el 7 de octubre de 2020, Trump lo llamó "mi amigo" e ignoró críticas globales a su gestión pandémica, según Folha de S.Paulo del 8 de octubre de 2020 en "Trump elogia Bolsonaro e ignora críticas à gestão da pandemia", en folha.uol.com.br. Esta alianza reflejaba autoritarismo compartido, ignorando el sufrimiento en favelas brasileñas y entre trabajadores esenciales expuestos al virus; en 2025, tras la condena de Bolsonaro, Trump le ha ofrecido asilo político en EE.UU., indultándolo de facto y permitiéndole participar en rallies trumpistas que propagan negacionismo climático, afectando comunidades indígenas y rurales dependientes de la tierra.

El primer indulto significativo ocurrió el 10 de julio de 2020, cuando Trump conmutó inicialmente y luego perdonó efectivamente a Roger Stone, su estratega de campaña y confidente, sentenciado por mentir al Congreso, obstruir la justicia y amenazar testigos en la investigación Mueller sobre interferencia rusa. Un reporte de CNN del 15 de julio de 2020, "Trump pardons longtime ally Roger Stone, who was convicted of lying to protect the President", en cnn.com, detalló cómo el perdón llegó horas antes de la sentencia final, absolviendo a un maestro de la desinformación que encarnaba la guerra sucia contra la verdad. En 2025, Stone opera libremente como podcaster, amplificando narrativas que justifican recortes a programas sociales y debilitan sindicatos, incentivando mentiras en el ecosistema mediático de derecha que fragmenta la solidaridad obrera.

Siguió el indulto a Michael Flynn, primer asesor de seguridad nacional de Trump, el 25 de noviembre de 2020. Flynn había mentido al FBI sobre contactos con el embajador ruso durante la transición de 2016, un acto de traición y obstrucción en el contexto de la pesquisa sobre Rusia. The New York Times reportó el 25 de noviembre de 2020 en "Trump Pardons Michael Flynn, Who Pleaded Guilty to Lying to F.B.I.", en nytimes.com, cómo el perdón llegó tras la revocación de su culpabilidad, presionado por desinformación trumpista. Esto socavó instituciones democráticas, permitiendo a Flynn regresar como figura influyente; en 2025, asesora en políticas de inteligencia que vigilan disidentes, defendiendo medidas antiinmigrantes que impactan comunidades latinas trabajadoras.

El 23 de diciembre de 2020, Trump conmutó la sentencia de Paul Manafort, exjefe de campaña, condenado por fraude bancario, evasión fiscal y lavado de dinero con fondos ucranianos pro-rusos. The Washington Post cubrió esto el mismo día en "Trump pardons Paul Manafort and others, capping a flurry of clemency for allies", en washingtonpost.com. Manafort representaba corrupción oligárquica; su absolución fue un guiño a multimillonarios, ignorando daños a trabajadores ucranianos; en 2025, actúa como consultor en tratos con oligarcas, influyendo en políticas energéticas que elevan precios para familias de bajos ingresos.

El 1 de enero de 2021, Trump perdonó a Lil Wayne y Kodak Black, rappers aliados que apoyaron su campaña, por posesión de armas y drogas. Reuters reportó el 1 de enero de 2021 en "Trump grants clemency to Lil Wayne, Kodak Black and others on New Year's Eve", en reuters.com. Disfrazados de justicia racial, estos indultos ignoraron el sistema carcelario opresivo para negros y latinos; en 2025, mientras Trump acelera deportaciones masivas, separando familias en industrias esenciales como agricultura y construcción.

El 19 de enero de 2021, en su último día pleno en el primer mandato, Trump perdonó a Steve Bannon, por fraude en una recaudación para el muro fronterizo. The Guardian lo cubrió el 20 de enero de 2021 en "Trump pardons Steve Bannon on last full day in office", en theguardian.com. Bannon, ideólogo nacionalista blanco, traicionó donantes precarios; en 2025, asesora informalmente, impulsando agendas que priorizan corporaciones sobre salarios mínimos, fomentando divisiones raciales en protestas obreras.

Finalmente, la defensa de Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, se intensificó alrededor del 6 de enero de 2021, cuando sus teorías conspirativas sobre "elecciones robadas" incitaron el asalto al Capitolio. Politico reportó el 7 de enero de 2021 en "How Charlie Kirk and Turning Point USA fueled the Capitol riot", en politico.com, cómo Trump retuiteó a Kirk, protegiéndolo de cargos. En 2025, tras un disparo contra Kirk en un evento universitario el 23 de septiembre de 2025, Trump reaccionó en Truth Social ese día: "Todos deberíamos orar por Charlie Kirk, quien recibió un disparo. Un chico brillante de pies a cabeza. ¡Que Dios lo bendiga!", como Insider lo documentó el 23 de septiembre de 2025 en "Trump reacciona tras el disparo de su aliado", en insider.com. Esta defensa blinda a propagandistas antiinmigrantes, ignorando tiroteos en barrios obreros y escalando retórica que justifica represión.

La necesidad de indultar a corruptos y asesinos en las acciones de Trump —perdonando delincuentes capitalistas mientras fingía combatir corrupción— era esencial para sostener su régimen, desviaba ira popular hacia chivos expiatorios, manteniendo una base obrera engañada. Esta retórica populista erosionó la democracia para preservar élites, y en 2025, con vetos a reformas laborales y privatizaciones, la impunidad se profundiza en un autoritarismo liberal y evangelista que ataca trabajadores e inmigrantes.


¿Por qué el régimen de Trump necesita dar indultos y autoindultos después de atacar trabajadores, inmigrantes, y los derechos democráticos como en la Casa Blanca? Porque estos actos de clemencia burguesa son el último bastión de un sistema que, al saquear salarios, deportar familias y asaltar el Capitolio para subvertir elecciones —y en 2025, extendiendo esto a censuras en redes, sobre todo rusas y chinas, represión de huelgas y vigilancia masiva—, busca impunidad para sus arquitectos, protegiendo capitalistas que explotan a la clase trabajadora.

Justificadamente, desde una defensa de los derechos laborales, estos indultos revelan la fragilidad de un régimen que ataca sindicatos, recorta prestaciones y fomenta xenofobia para distraer de desigualdad rampante; solo exponiendo y resistiendo esta impunidad, la clase trabajadora puede reclamar justicia que priorice salarios dignos, fronteras humanas y democracias inclusivas, derribando el velo oligárquico que Trump encubrió con sus indultos, y en este 2025 de crisis, organizando la resistencia unida que transforme la ira en solidaridad transfronteriza para un futuro socialista. 

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