La recontra deuda externa de Trump

 



Por Raúl Valle

La deuda pública de Estados Unidos ha alcanzado un nivel sin precedentes en su historia, convirtiéndose en una de las crisis económicas más acuciantes y un tema de debate central en la política del país (The New York Times, 15/09/2024). En el transcurso de los últimos años, el ritmo de su crecimiento ha sido tan acelerado que ha encendido las alarmas en los círculos financieros internacionales, que observan con atención las potenciales ramificaciones explosivas de esta situación.  


Una lluvia de ideas pesimistas en constante crecimiento, la deuda federal, que en 2021 superó por primera vez la barrera de los $30 billones (The Wall Street Journal, 20/01/2022), ha proseguido su marcha ascendente. En 2024, la deuda total se sitúa en aproximadamente $36,2 billones de dólares, lo que representa más del 120% del Producto Interno Bruto (PIB) (Congressional Budget Office, 01/07/2024). Este rango de deuda-PIB es la medida clave para evaluar la capacidad de un país de pagar sus obligaciones y, en el caso de EE.UU., se hunde con creces en los niveles de dificultad considerados sostenibles por muchos economistas. Para 2025, se proyecta que la deuda superará los $37 billones, un aumento impulsado no solo por el déficit presupuestario, sino también por los crecientes costos del servicio de la deuda (IMF, 30/06/2025). 


A medida que la Reserva Federal ha subido las tasas de interés para combatir la inflación, el costo de financiar la deuda ha aumentado exponencialmente. Los pagos de intereses se han convertido en una de las partidas de gasto más grandes del presupuesto federal, superando incluso el gasto en defensa y la asistencia social en 2024 (U.S. Treasury Department, 15/03/2025). Este costo, que a finales de 2024 representaba el 13% del gasto total, proyecta una presión insostenible en las finanzas del país.  


Los motores de la deuda incluyen un gasto público sostenido, especialmente durante la pandemia de COVID-19, cuando se aprobaron paquetes de estímulo por más de $5 billones (The Washington Post, 05/04/2021), lo que inyectó liquidez a la economía pero dispararon el déficit. Los recortes de impuestos de 2017, que redujeron la tasa corporativa del 35% al 21%, implican una pérdida de ingresos estimada en $1,5 billones en una década (Tax Policy Center, 10/09/2018). 


Preocupa el envejecimiento poblacional, con 71 millones jubilándose para 2030 (Census Bureau, 2023). Sucede que las jubilaciones no son tomadas por salarios y derechos de los trabajadores, sino como caja de pago de deuda y gastos fiscales.


A esto se suma una escalada armamentista sin precedentes, el gasto militar de EE.UU. creció un 11% en 2024, alcanzando $886 mil millones (SIPRI, 24/04/2025), alimentando la carrera con China y Rusia.  


Pero el factor más crítico es la relación simbiótica con China. Beijing es el segundo mayor tenedor de deuda estadounidense, con $1,1 billones en bonos del Tesoro (U.S. Department of the Treasury, 15/08/2024), un mecanismo que le permite mantener el yuan subvaluado para exportar más barato. A su vez, Washington necesita que China siga comprando deuda para financiar su déficit, creando un círculo de dependencia. Sin embargo, la guerra comercial iniciada en 2018 –con tarifas del 25% a $370 mil millones de importaciones chinas (USTR, 22/05/2019) – ha generado tensiones. En 2024, Trump amenazó con incrementar aranceles al 50% si Beijing no reducía su déficit comercial de $382 mil millones (BEA, 10/09/2024), lo que llevó a China a responder con restricciones y limites en la tecnología. Esta dinámica no solo afecta a ambas potencias, según la ONU, el crecimiento global se frenará al 2,3% en 2025 por estas tensiones (UN, 12/09/2025).  


En el contexto regional, Argentina emerge como un ejemplo de cómo la deuda externa puede volverse una bomba atómica. La crisis de 2025 no se cierra y no se puede negociar con más crisis para los trabajadores, el FMI calcula que los pasivos alcanzan los $41.052 millones a marzo de 2025 (IMF, 20/03/2025). Javier Milei, "tranzó" sin ningún prurito con China en 2024 para obtener un swap de yuanes por $6.500 millones (Clarín, 22/11/2024), ahora busca nuevos préstamos con Trump, quien condiciona la ayuda a alineamientos políticos, como el veto a Huawei en redes 5G (Infobae, 18/09/2025). Los negocios del peso a futuro se pactaron en baja a 1.202 por dólar para junio y 1.428 en diciembre (Rava Bursátil, 15/09/2025), reflejando la desconfianza.  


La posibilidad de que Milei recurra a Trump para evitar un default se ve limitada por el contexto de alta deuda estadounidense. Los inversores, ya recelosos, podrían exigir tasas hiperusurarias, profundizando el ciclo de dependencia. A su vez, la debilidad del dólar y la competencia por capital abren espacios para que China incremente su influencia en la región, como ya ocurrió con el acuerdo porcino de 2023 (La Nación, 05/07/2023).  


En conclusión, la recontra-deuda de EE.UU. es una crisis capitalista como recurso que impacta desde la macroeconomía hasta la geopolítica, mientras Argentina se define una adherencia a la entrega de soberanía financiera en un mundo donde las potencias imperialistas compiten por colonias a través del crédito, el comercio y la guerra.





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