La crisis de Racing e Independiente. Una salida.
Por Raúl Valle
Racing está en caída libre. Con cinco derrotas consecutivas como local —una en CONMEBOL y cuatro en la Liga Profesional de Fútbol 2025—, la Academia alcanza su peor registro histórico. El equipo dirigido por Gustavo Costas no solo está penúltimo en la Zona A con apenas 4 puntos de 21 posibles, sino que ha perdido identidad, recibe goles en todos los partidos desde la única victoria ante Belgrano. Es un colador.
El próximo mes será definitorio, deberá enfrentar a Vélez en Libertadores y a River en Copa Argentina, mientras su técnico se juega su continuidad. La crisis no es solo de producción. A nivel individual, la sobrexigencia para los resultados, hace de un rendimiento errático —lesiones apresuradas, errores en definiciones— arrastran al colectivo al fracaso. Pero el problema va más allá, el esquema táctico de Costas, basado en un 3-5-2, se ha vuelto rígido. El equipo carece de elaboración en el medio campo, sin jugadores como Zaracho (desgarrado) o Almendra (ya casi fuera del club), además, recurre a "pelotazos", y se vuelven predecibles. A esto se suma la fuga de figuras. La salida de Salas, Quintero y Martínez —héroes de la Sudamericana— no fue compensada.
Incorporaciones como Vergara o Sánchez no rindieron, y Rojo apenas jugó un partido. La directiva, presionada por resultados, busca soluciones rápidas (refuerzos externos, cambios de técnico), pero ignora las causas estructurales, falta de inversión en inferiores, precariedad contractual de jugadores y una cultura que prioriza lo mediático sobre lo colectivo. Algunos piensan que solo es el negocio de mantener el torneo local con la venta de jugadores y no hacer por la escalada al fútbol internacional porque da pérdidas.
Esta crisis no es ajena al contexto sociopolítico. Diego Milito y sus ayudantes simpatizan con el macrismo, y se perfilan ante la crisis de los clubes a privatizar los clubes como pide Milei, aunque como todavía no tienen adhesión de la hinchada, lo niegan. En un país donde el fútbol es espejo de las contradicciones sociales, Racing refleja el individualismo mileista que impera en el deporte. La dirigencia busca "mesías" en el banco o "cracks" en el mercado, pero no construye proyectos que fortalezcan al club como herramienta de la comunidad.
También, el caso Independiente: una crisis que trasciende lo deportivo.
La crisis no es exclusiva de Racing. En Avellaneda, el otro grande de la ciudad, Independiente atraviesa un vendaval similar. La renuncia de Julio Vaccari como entrenador no es más que la punta del iceberg de una gestión desalineada con las demandas de una hinchada que reclama dignidad y sostenibilidad. Durante el primer semestre, Independiente mostró un rendimiento intermitente, con un cierre promisorio en el Apertura. Sin embargo, la segunda mitad del año fue un “calambre", apenas una victoria en once encuentros, incluyendo una derrota 1-0 ante Banfield que dejó al equipo sin rumbo y al cuerpo técnico al borde de la destitución.
Lo que parece una simple crisis deportiva esconde un entramado mayor, incongruencias en la toma de decisiones, descontento institucional y una cultura de confrontación que impide construir desde la planificación. Una crisis fulminante con Moyano, que develó que donde hay un peronista hay crisis y despidos. Luego con Doman que se presentaba ad honorem, terminó cobrando sueldos millonarios y vaciando el club con el macrismo. La ausencia de respaldo de la actual dirigencia, Néstor Grindeti, otro macrista devenido en mileista, no es para una buena percepción de las aficiones, sino una realidad que se traduce en decisiones que debilitan al plantel que no se puede vincular con los socios y la hinchada. Vaccari, quien venía enfrentando choques con la junta directiva, señaló en entrevistas la falta de claridad en el mercado de pases y la desconexión con una dirección que debió haber sido un puente entre la conducción y el equipo.
En el plano deportivo, el descenso en el rendimiento fue abrupto. Refuerzos que llegaron con la expectativa de mejorar el plantel no lograron sostener el nivel, y figuras como Loyola o Lomónaco vieron mermado su rendimiento. Las estadísticas, con apenas tres goles de jugada en los últimos siete encuentros, hablan de un equipo sin identidad táctica ni emocional para enfrentar las adversidades. La presión de la afición se tradujo en gritos y silbidos que golpearon tanto a jugadores como a la dirigencia, evidenciando una desconexión entre lo que el club promete y lo que entrega.
¿Qué hay detrás de ambas crisis?
La lectura de estas crisis no puede limitarse a historias de derrotas y renuncias. Son, ante todo, discusiones sobre cómo clubes populares —con raíces en el barrio y la clase trabajadora— pueden articular seguridad deportiva, justicia económica y democracia interna.
En Racing, la gestión prioriza discursos cortoplacistas sobre una estrategia de desarrollo sostenible. La dependencia de refuerzos costosos y la falta de inversión en inferiores reflejan un modelo mileista que ve al fútbol como mercancía, no como bien social. En Independiente, la falta de transparencia en el manejo de recursos y la desconexión entre dirigencia y socios agravan la crisis, erosionando la confianza en un club que debería ser patrimonio de su comunidad.
Ambas situaciones revelan un patrón, la mercantilización del fútbol, donde el éxito se mide solo en títulos y ganancias, ignorando el rol social de los clubes. La presión por resultados inmediatos lleva a decisiones improvisadas, como cambios constantes de técnicos o compras de jugadores sin proyecto, que profundizan el ciclo de crisis.
Propuesta: Una salida colectiva para Racing e Independiente
Superar estas crisis exige romper con el individualismo y el mercado especulativo. Desde una perspectiva de izquierda, la solución no está en "mesías" deportivos ni en refuerzos estrellas, sino en recuperar el club como herramienta de la comunidad.
1. Democratización de la gestión:
Crear espacios de participación para hinchas en decisiones clave (elección de directivos, planificación deportiva), siguiendo modelos como el de Corinthians en Brasil, la escuela de Sócrates o el inicio de FC Barcelona.
Establecer comisiones mixtas (jugadores, técnicos, socios) para fiscalizar el uso de recursos y definir prioridades, como inversiones en infraestructura o escuelas de fútbol.
2. Proyectos deportivos a largo plazo:
Abandonar el cortoplacismo. En Racing, esto implica dar continuidad a técnicos que prioricen la formación de juveniles (como lo hizo Costas en etapas anteriores) y no solo resultados inmediatos. En Independiente, recuperar la identidad de club formador, como en los tiempos de Bochini y Bertoni.
Invertir en divisiones inferiores con recursos y técnicos calificados, no solo como "fábrica de jugadores" para vender, sino como semillero de identidad.
3. Solidaridad entre clubes y con el barrio:
Racing e Independiente, como clubes de Avellaneda, podrían liderar una liga de desarrollo conjunto con clubes de barrio, democratizando el acceso al fútbol de élite y generando recursos que retornen a la comunidad.
Rechazar el modelo de venta compulsiva de jugadores por traspasos que enriquecen a agentes y directivos, pero endeudan a los clubes. En su lugar, promover salarios justos y reinversión en proyectos sociales.
4. Enfrentar la lógica neoliberal en el fútbol:
Apoyar iniciativas como el "Fútbol Popular" que cuestionan el monopolio de la AFA y las empresas que lucran con el deporte.
Exigir que los clubes sean reconocidos como entidades sin fines de lucro, con beneficios fiscales que prioricen su rol social.
La gloria se construye con el pueblo y los trabajadores, no contra él.
Casos de jugadores populares como Tévez y Messi que le han dado la espalda al pueblo trabajador no sirven, uno apoyando descaradamente a monigotes del capital y el otro al sionismo genocida para llenar con millones de dólares sus bolsillos, son un asco.
Racing e Independiente no son casos aislados. Su crisis es la de un fútbol capturado por el narcotráfico y los Trump-Milei que son el antifútbol, donde los clubes son vistos como empresas y los hinchas como clientes. La salida está en recuperar su esencia, espacios de identidad, encuentro y organización popular.
Como dijo un hincha : "Racing no es un equipo, es una familia ”. En Independiente, esa familia también existe. Ambas necesitan unirse, no para salvar un técnico o un título, sino para reconstruir un modelo de club que trascienda lo deportivo: un club del pueblo trabajador, para el pueblo y por el pueblo. Solo así, la gloria será duradera.
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