El dólar a 1470, a la mierda Milei.



Por Raúl Valle


El dólar en Argentina trepó a $1.470, un dato que no es solo un número, sino el termómetro de una crisis que se gesta en las entrañas del modelo de Milei. El que pedía dolarizar la economía, y poner los salarios en dólares, lo mandaron a rascar la olla del Banco Central. La escalada de la divisa no es casual, desde su llegada, el gobierno libertario ha aplicado políticas que, lejos de contenerla, han alimentado su subida. La promesa de mantener el dólar en el piso de la banda cambiaria funcionó como una farsa, desde junio la presión se volvió incontrolable, rozando el techo de la banda, lo que refleja una falta de reservas y una economía en estado crítico. 


El Banco Central y el Tesoro enfrentan un déficit que requiere USD 9.200 millones hasta fin de año para evitar un colapso mayor. Sin embargo, las políticas de ajuste fiscal y monetario de Milei, que evitan emitir pesos para financiar gastos, chocan con la realidad de un Estado sin recursos y una economía que no crece. Los inversores, lejos de calmarse, ven en este escenario un riesgo sistémico, la reducción de tasas de interés que pregona el gobierno no se materializa porque el riesgo país no baja, y la emisión cero no es suficiente para generar confianza (Diario Económico, 15/9).


La izquierda en las calles: ¿vanguardia sin dirección?


Mientras tanto, la oposición y sectores de izquierda se movilizan en las calles. El Frente de Izquierda (FITU) encabeza las protestas frente al Congreso, buscando revertir los vetos del gobierno a proyectos de ley que protejan salarios y jubilaciones. Según fuentes sindicales, la movilización incluye a trabajadores del Hospital Garrahan, docentes y jubilados, quienes exigen un aumento de emergencia ante la inflación galopante (Clarín, 10/9).


Sin embargo, analistas políticos señalan que la izquierda, aunque activa en las calles, carece de un programa unificado y una estrategia de poder que vaya más allá de la protesta. La frase “la izquierda tiene enclaves en el Garrahan, pero no en el Congreso” resume la paradoja,su fuerza está en la calle, pero no en las instituciones. 


Esto ha permitido que el peronismo, con mayor estructura y experiencia electoral, se apropie de las demandas sociales para canalizarlas hacia sus propios fines, el pago de la deuda externa. 


El peronismo: de la oposición a salvavidas de Milei


En este contexto, el peronismo ha logrado posicionarse como principal fuerza opositora. El pasado 7 de septiembre, Axel Kicillof obtuvo una victoria contundente en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, obteniendo el 47,28% de los votos y seis de las ocho secciones electorales. Este triunfo ha sido interpretado como un respaldo a la gestión del gobernador, en medio del deterioro de la imagen de Milei, que alcanza un 57% de desaprobación según encuestas (Página 12, 7/9).  


Sin embargo, analistas políticos señalan que el peronismo, lejos de confrontación con el modelo de Milei, busca capitalizar el descontento social para acceder al gobierno sin alterar el status quo. La falta de una alternativa teórica y la confianza en las estructuras tradicionales del peronismo han permitido que las luchas de sectores como los docentes, jubilados y trabajadores del Garrahan sean absorbidas por la lógica electoral, evitando un colapso inmediato del gobierno libertario.  


Expertos indican que, a pesar del discurso anti-casta de Milei, su gobierno depende de la aprobación de leyes en un Congreso donde el peronismo tiene influencia. La necesidad de obtener USD 9.200 millones para evitar un default ha llevado al gobierno a negociar con sectores del peronismo, quienes condicionan su apoyo a mantener políticas que beneficien a sus bases, como la continuidad de programas sociales y la postergación de ajustes en jubilaciones (Diario Económico, 15/9)


¿Un gobierno en caída, pero sin alternativa?

La imagen de Milei, según la consultora D'Alessio Irol - Berensztein, cayó al 57% de desaprobación, lo que refleja un desgaste acelerado. Sin embargo, la derecha libertaria aún cuenta con el respaldo de sectores del poder económico, quienes ven en su gobierno una garantía de pago de la deuda externa y un límite a las demandas populares.  


El derrumbe del régimen mileísta no es abstracto, si el dólar sigue escalando, la inflación se espiraliza, los salarios se siguen erosionando y el Estado no puede cumplir con sus obligaciones (como pagar deuda o importar energía), la legitimidad del gobierno se erosionará. Pero el peronismo, al capitalizar el descontento sin cuestionar el modelo económico, actúa como un corset de contención.  


En palabras de un ex ministro de Economía: “El peronismo no quiere que Milei caiga, porque eso implicaría un vacío de poder que la izquierda podría llenar. Prefieren un gobierno débil, pero que siga pagando la deuda y mantenga el status quo”.  


Mientras tanto, la izquierda, aunque activa en las calles, no logra capitalizar el descontento en una alternativa política viable. La falta de un programa que unifique demandas sociales con un proyecto de transformación profunda permite que el ciclo de ajuste y deuda externa continúe, con el peronismo como actor clave en su mantenimiento (Página 12, 7/9)


La crisis argentina es multidimensional, económica, social y política. El dólar en $1.470 es solo la punta del iceberg. Detrás hay un Estado en quiebra, una sociedad polarizada y una clase política dividida entre un gobierno sin rumbo y una oposición que prefiere cooptar las luchas antes que encabezarlas.  


Milei no llega a octubre, necesitamos que los enclaves de lucha de los trabajadores se desarrollen, con un llamado a una Asamblea Constituyente. 

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